martes, 23 de agosto de 2011

Sir Charles Barkley

"El Gordo" Barkley.

Uno de los jugadores más carismáticos, polémicos e inolvidables del mundo del baloncesto.

Charles Barkley riéndose
Charles Barkley
Todo el mundo conoce a uno. En el trabajo es el tipo que te arranca una sonrisa en una jornada agotadora. O a la hora de abordar una cena familiar, es el pariente que sabe relajar tensiones con una anécdota ocurrente. Los grupos de amigos suelen valorar tener un sujeto de esas características, porque siempre levanta la tarde más sosa.
A algunos les resultará chocante que empiece hablando de tipos con gracia, o incluso si lo quieren, de los payasos oficiales de la clase, a la hora de presentarles a uno de los mejores jugadores de todos los tiempos en la posición de power forward de la NBA. Pero no se me ocurre de otra manera, Sir Charles fue el bufón del reino de David Stern. ¿Ofendidos? ¿Estupefactos? Bien, eso es lo que pretendemos, no hay mejor manera de introducirles en el mundo genial de Charles Barkley sin levantar alguna ampolla.

Charles Barkley
Su eterna guerra con los árbitros
Han sido demasiadas las veces en que le hemos escuchado frente a un micrófono, nunca, nunca defraudaba, jamás soltaba un tópico, pero todos, compañeros, entrenadores y reporteros temían su capacidad de cruzar la línea. Pero al público, ese factor tan importante en un deporte de la dimensión global del basket, siempre le cayó en gracia, sonriendo ante sus ocurrencias y su forma de relajar tensiones.

Hoy, ante los micrófonos de la TNT, no se le caen los anillos por defender a Bad Boys como Rasheed Wallace, hacer una broma a costa de un tipo tan duro como Ron Artest y llamar a Kobe Bryant egoísta y luego sentarse con él amigablemente a departir. A veces le ha jugado malas pasadas su lengua viperina, dijo que Yao Ming nunca pasaría de 19 puntos y por poco tuvo que besar el trasero a un asno... En definitiva, un puro show, un tipo divertido, ¿verdad?. Pero es curioso que cuando comenzó su vida no era así.

Eran muchos los niños y niñas que jugaban en Alabama con sueños de gloria, pero había uno que lo hacía más que el resto… siempre sin resultado. Un joven apellidado Barkley, criado por una combativa madre, no dejaba de sentirse triste, su desfile por equipos de institutos no iba a ninguna parte, nadie daba un chavo por él, un Juan Nadie. Pero su progenitora le dijo que se volcase y no se preocupase, que las cosas irían saliendo.

Así de simple, como todo hijo de vecino. Barkley está más próximo a Scottie Pippen que a Vince Carter en cuanto a carrera se refiere, hubo mucho trabajo duro en las sombras. Igual que le pasó a Pippen (con el que siempre, por cierto, ha tenido una relación extremadamente cordial), hubo un estirón inesperado. “¿Sabéis que Charles sabe machacar?” fue la comodilla del insti aquel inicio de curso. Ahora, los focos y las luces eran para él.

Charles Barkley
Aquí no parece tan "gordo" como decían
Siendo sinceros, a nuestro muchacho aquello le alteró un poco. No era frecuente encontrarse frente a tanta fama de golpe. En Auburn ya no fue uno más, era su universidad, las animadoras brincaban con sus mates y sus compañeros le usaban como su primera opción. Mientras, sus técnicos se preocupaban. Aquel prodigio de saltos y hambre por el rebote se podía perder en el camino como tantos otros llamados a ser estrellas...

De cualquier forma, hubo algo que salvó al joven protagonista de esta historia, su gusto por la gente era natural, no algo impostado. Su madre lo refleja mejor que nadie, de niño, Barkley había sido disciplinado y trabajador, ahora, al fin, podía relajarse un poco, disfrutar por primera vez… No era una caricatura cuando dejaba que espontáneos aficionados y aficionadas le abrazasen, es que esa sonrisa, igual que en el caso de Magic, era la única forma de expresión que tenía.

Sonny Smith fue el entrenador, el que te marca el rumbo, un mentor. “He visto a un chico gordo... que juega como el viento”, fueron las palabras de Smith al ojearlo en persona y dar el informe. Ambos vivieron como un matrimonio de película italiana, fuertes discusiones y pasión mutua por lo que uno lograba en la cancha y lo que el otro pulía en las charlas técnicas. Smith y sus preparadores lograron que Barkley llegase al Draft en un estado físico idóneo. Lo eligieron los Sixers, patria del amor fraternal.

Charles Barkley
Dos leyendas frente a frente
Era lógico pensar que entonces se moderase y atemperase, uno espera que los niños tiren sus juguetes llegada determinada edad. Pero Charles trataba a los medios de la mejor Liga del Mundo como había hecho en Alabama, con sinceridad y sin pelos en la lengua, de una forma muy poco estilada en un océano de estereotipos. Si estaba contento o no con la plantilla, si había jugado bien o no, si el árbitro era justo o poco certero… Lo soltaba todo, mientras, decían las malas lenguas que devoraba tantos rebotes como pizzas.

A Filadelfia llegó demasiado tarde o poco pronto, según se mire. El Doctor J. había dejado un vacío de genialidad difícil de llenar, solamente quedaba un envejecido Moses Malone, pero Barkley siempre habló con respeto del legendario guerrero de tableros, el hombre que le enseñó a ser más disciplinado, a tomarse con más respeto a la franquicia que representaba. El payaso de la clase se refinaba, pero no pudo soportar los devaneos de los General Managers que le privaron de "su escuadra", la imposibilidad de ir a la postemporada con opciones de éxito lo catapultaron a Phoenix en un traspaso sonado. Pero, antes, quedaba lo del Dream Team.

Fue en el 92, un año mágico en Barcelona, algunos tosieron incómodos, era un buen reboteador, corría a la pista como nadie y era fortísimo, pero, ¿jugar al lago de Bird, Magic, Jordan…? Sir Charles, apodo que se gano ante los medios partidarios de su oronda pero grácil figura, fue el máximo anotador del mejor equipo de todos los tiempos y calló a todos los críticos con su juego.
Llegó a Arizona con una medalla de oro (ganó otra antes de retirarse) y con más confianza que nunca. Ronaldinho en el Barcelona y muy pocos casos contados han provocado semejante cambio de humor en un equipo con talento pero acostumbrado a perder. "Ir a entrenar con Charles es como estar en una telecomedia", bromeaba Danny Ainge, quien disfrutó de sus últimos años de jugador del mejor Barkley que nunca vimos.

Charles Barkley
¡Descarado!
Fue MVP, llenó la cancha, hizo estadísticas criminales, mejoró a sus compañeros y les libró de David Robinson y Shawn Kemp. Pero antes incluso, fue el líder emocional de una agotadora serie contra los Ángeles Lakers de James Worthy. En la Final esperaba un viejo amigo, Michael Jordan, con el tiempo, Sir Charles le haría un cameo en Space Jam, pero aquel duelo no conoció de compañeros ni lealtades.

La única conclusión que podemos sacar que Jordan y Pippen lideraron a Chicago a su tercer anillo consecutivo, sin embargo, los buenos aficionados aún guardan en un rincón muy especial a aquellos Phoenix Suns que se quedaron a un disparo de forzar el séptimo duelo (con ventaja de campo a su favor). Barkley fue el mejor de los suyos, pero no solamente en la cancha, defendió a Kevin Johnson en el peor día posible, cuando su propia afición lo abucheaba. Y en la rueda de prensa, osaría cachondearse del mismísimo Michael Jordan.

Fue lo más cerca que estuvo Sir Charles del anillo. Aún tuvo tiempo de embarcarse en una aventura particular en territorio de Houston. Olajuwon, Drexler, Súper Mario Ellie... era difícil que aquel combinado fallase, pero se cruzó por el camino un señor llamado John Stockton y con un certero triple mandó a los Jazz a sus primeras Finales. En aquellas Finales de Conferencia Barkley se midió a toda una locomotora con patas como Karl Malone, pero codos y empujones se quedaban en la cancha: "Charles Barkley es un tío por el que estaría dispuesto a ir a una guerra", afirmó el legendario mito de Utah.

Charles Barkley
Hasta en el cine provocaba
Y allí está, las palabras de Malone son un reflejo de los que le conocieron y amaron en una cancha de juego. "La verdad… es imparable", llegó a decir Larry Bird, mítico Celtic. Mucho más joven en aquellos días, una estrella emergente llamada Chris Webber se picó con él, pero mucho tiempo después, terminaría teniendo a Sir Charles como mentor, llegando a telefonearle para preguntarle cómo reconducir su carrera cuando las lesiones empezaron a asolarle. Hoy, son compañeros en programas de la NBA.

Directo y sin tapujos. Verdad sin adornos más allá del sentido del humor y la ironía. Único e inconfundible. Sir Charles...

"Magic Johnson, Michael Jordan, Larry Bird, Charles Barkley y Shaquille O´Neal. La elección de Barkley es pura debilidad personal" - Jorge Quiroga, director durante muchos años de NBA Marca, cuestionado sobre su quinteto ideal de todos los tiempos.

Un artículo de Marcos Rafael Cañas Pelayo.
Colaborador de BaloncestoVida.

Un saludo.

6 comentarios:

franky dijo...

GORDO BARKLEY, genio y figura hasta la sepultura

Rafael VR dijo...

Que grande el gordo... Como le pitaban en Barcelona 92 y él respondía enchufando triples...

Anónimo dijo...

sa

Anónimo dijo...

Charles Barkley un basquetbolista idealista que siempre jugaba a su manera

Anónimo dijo...

SIR CHARLES,un ganador sin corona,GENIO Y FIGURA,....MUCHO NAS GRANDE QUE MALONE....SEGURO..100x1000

Camisetas de futbol dijo...

Puesto bastante bueno. Me tropecé con su blog y quería decir que realmente he disfrutado de la lectura de su blog. De cualquier manera voy a suscribirse a su feed y espero que publique pronto