La media es de 2 metros...
...los campeones todo corazón
Manute Bol y Spud Webb. (Impresionante imagen). |
A pesar de que están cumpliendo con su obligación, muchos niños piensan que es personal. No poder montar en determinadas atracciones por cuestión de tamaño, no deja de ser enervante, más si compañeros de generación pueden hacerlo. Y es que, la altura importa.
La envergadura puede ser una ventaja o una desventaja natural en determinadas actividades. Pero, en baloncesto, parece casi una dictadura. El riesgo a que un entrenador te corte sin haberte visto jugar, es una etiqueta de la que muchos parecen no poder librarse.
Sin embargo, el baloncesto también es para valientes, los que se niegan a admitir que no se puede competir contra torres sin, al menos, una oportunidad.
Afortunadamente, a veces se cruzan por el camino personas especiales. Entre Isiah Thomas y Nate Robinson hay un mundo. Uno ha sido uno de los mejores jugadores de su tiempo, un play-maker endemoniado, el otro aún está escribiendo su historia, destacando en concursos de mates y como reserva de lujo de los subcampeones, los Boston Celtics, hasta su traspaso. Y, con todo, hay un punto coincidente: No dejes que te subestimen por ser pequeño.
En el caso de Nate, unas poderosísimas piernas le han permitido tener una potencia de salto inusual y un sentido del show fuera de órbita. Declarar que quieres hacer un mate en la cara de Shaq y colocarle un tapón a Yao Ming son solamente dos muescas del revólver.
En el caso de Nate, unas poderosísimas piernas le han permitido tener una potencia de salto inusual y un sentido del show fuera de órbita. Declarar que quieres hacer un mate en la cara de Shaq y colocarle un tapón a Yao Ming son solamente dos muescas del revólver.
Distinto sería el caso de luminarias tales como Allen Iverson o el mencionado Isiah. Allí, el manejo de balón, los fundamentos técnicos y la inteligencia para el regate se juntan para oscurecer la falta de centímetros.
Verdaderos dictadores desde atalayas de menos 1´80, podrá el lector pensar que nos hallamos ante casos excepcionales, que los bajos apenas han abundado en la mejor Liga del Mundo. No es así, en lo absoluto.
Verdaderos dictadores desde atalayas de menos 1´80, podrá el lector pensar que nos hallamos ante casos excepcionales, que los bajos apenas han abundado en la mejor Liga del Mundo. No es así, en lo absoluto.
Desde Atlanta, vino un halcón menos fornido que sus compañeros de nido, donde sobresalía un águila llamada Dominique Wilkins, pero Spud Webb hizo tambalearse todos los cimientos y hasta Michael Jordan puso cara de póker cuando este pequeño gran matador se llevó el concurso de mates en las narices de feroces y elevados dunkers. Sin Spud, no hubiéramos tenido a Nate.
No obstante, en el caso de Spud, podríamos volver a argüir que hay sobresalientes aptitudes físicas que han tapado su hándicap.
Pues bien, otros lo han transitado con una visión de juego privilegiada. Tal fue el caso de Tyron Bogues, el pequeño base trotamundos de la NBA que se hizo además célebre por defender perfectamente a una de las mejores máquinas de anotar de todos los tiempos, el único e inimitable Drazen Petrovic.
Solamente hubo un momento triste en la trayectoria de Bogues y fue cuando le ficharon para los Bullets. A diferencia de otras franquicias que requirieron sus servicios, la directiva parecía más interesada en exhibir su diferencia de altura con el gran (y tristemente fallecido) Manute Bolt, que en sacarle jugo. Bogues manifestó que fue una pena que no tuvieran fe en él.
Hasta su retirada, este joven de apenas 1´60 de altura y ningún privilegio físico que le hiciera superior en nada a sus rivales, trabajó con ahínco, y gracias a su defensa, visión de juego y franqueza, terminó realizando excelentes años universitarios, tantos que le abrieron las puertas de la NBA.
Muggsy siempre fue uno de los jugadores más apreciados por la afición norteamericana, consciente de que nadie le había regalado nada.
Muggsy siempre fue uno de los jugadores más apreciados por la afición norteamericana, consciente de que nadie le había regalado nada.
Siguiendo la estela de Muggsy, "Lentejita" Boykins fue otro de esos jugadores que provocaban la risa fácil, la burla y las miradas cómplices entre aquellos que no le habían visto previamente en acción.
Afortunadamente, siempre pudimos ver esa sonrisa entornarse en asombro. Concentrado, serio y con rachas anotadoras muy importantes viniendo de un hombre de banquillo, "Lentejita" como le apodó siempre con cariño Andrés Montes, es otro de esos peculiares heterodoxos que vienen a la retina de los aficionados a este juego.
En el caso de Earl Boykins, además era conocido en Denver por sus duras sesiones de gimnasio. Lentejita que fácilmente podía romper los colmillos de más de un depredador grande y descuidado.
Hace ya algunas décadas, más de las que quisiéramos admitir algunos dinosaurios, Isiah Thomas lideraba a sus Pistons a un brillante anillo. Entre el champán, declaraba que al fin se había demostrado que no hacía falta un hombre alto para ganar como primera pieza del puzzle.
Años después, parece que los mastodontes tendrán preferencia y muchos chavales seguirán soñando con que el siguiente amanecer será cuando descubran que han crecido esos centímetros que consideran básicos para llegar a los dos metros.
Si la plegaria no da resultado, no desesperen. Si algo hemos aprendido de la trayectoria de esos locos bajitos es que siempre habrá un hueco, incluso en la feroz NBA, para el esfuerzo, la valentía y el más puro de los descaros.
Un artículo de Marcos Rafael Cañas Pelayo.
Colaborador de BaloncestoVida.
Un saludo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario