Verano del año 2008, Kevin Garnett se mantiene otro año más en los Minnesota TimberWolves, haciendo dobles-dobles cada noche, para ver los playoffs desde casa un año más. Ray Allen bate récords de anotación en unos Seatle SuperSonics a la deriva mientras que Paul Pierce mira con angustia las viejas banderas de campeones de los Boston Celtics, está demasiado solo...
Jerry West, se permitiría el lujo de sonreír ante la angustia del enemigo, pero en el parón del All Star le vetan un traspaso que hubiera sido sonado. Pau Gasol seguirá tirando del carro de Memphis Grizzlies, que sigue despertando muchas menos simpatías a sus aficionados que la escuadra universitaria. Dos pequeños "no", que hubieran convertido a cuatro grandes estrellas en astros sin anillo.
Porque, a lo largo de los años, el talento, la dedicación y el esfuerzo no han sido materializados en ocasiones, con la codiciada joya, el anillo...
Gracias a la invitación de Rafael Vargas y su magnífico blog, hoy podemos viajar para descubrir las causas que llevaron a algunos de los mejores jugadores a no poder ascender ese último peldaño de gloria.
En los 90 el baloncesto era un deporte de cinco contra cinco, en el cual, al final acababan ganando los Chicago Bulls. Hace poco hablábamos de la genial pareja John Stockton - Karl Malone, frenados dos veces por el implacable, Michael Jordan. Pero, para los combativos New York Knicks, la cosa era aún peor, pues compartían conferencia con los tiránicos toros.
Para nadie fue más duro que para Patrick Ewing, primera elección del Draft y el hombre fuerte de La Gran Manzana. Corazón de campeón, los Bulls le frenaron en sus primeros años, aunque tras la primera retirada de Su Majestad, Hakeem Olajuwon y sus Houston Rockets le batieron en una excelente serie a siete encuentros. Fue la gran oportunidad que se escapó, aunque volvería a otras finales, las rodillas de Ewing dijeron basta.
Reggie Miller, el archienemigo de Ewing y del director y aficionado nº 1 de los Knicks, Spike Lee, el hombre que silenciaba al Madison Square Garden con sus triples, también tuvo la desgracia de compartir generación con Jordan y Chicago, aunque para el recuerdo quedará su triple delante del mismísimo MJ o su aparición en las finales, tras exhibiciones frente a los Knicks. Uno de los mejores triplistas de siempre se despidió, como no podía ser de otra forma, en una dura semifinal contra los "bab boys" de Detroit.
La poca fortuna de ser un jugador excelente que choca con una apisonadora venía de antes. Elgin Baylor, el primer acróbata con un balón y creador del tiro en suspensión que tanto nos gusta, fue frustrado en sus finales por los todopoderosos Celtics de Bill Russell. Su estilo precoz y sus exhibiciones, aún se recuerdan.
EL DIABLO DE LAS LESIONES
Bernard King fue un auténtico rey, aunque generaciones más jóvenes no hayan oído hablar de él. Sus récords de anotación distan muy poco de los de Kobe Bryant, Gilbert Arenas y cía, y si se permite, salvando las distancias de época, casi siempre con mejores porcentajes.
Uno de los pocos jugadores que Larry Bird admitió temer, su rodilla le retiró, cuando nadie daba un dólar por él, volvió a anotar y a ganar. En un duelo contra Michael Jordan (que iba ganando B. King), se acabó el sueño de un monarca sin corona, "su majestad del aire" dejó claro quien era el único monarca. Y eso, que el rumor de que Bernard podría, si no lo era ya, ser mejor que el mismísimo 23 estaba ya extendidísimo.
Otros, como Arvydas "El Zar" Sabonis, llegaron en su peor momento de cuerpo (que no de mente y clase) para dar destellos de su talento en la NBA.
Más reciente para nosotros es el caso de Tracy McGrady, "¿por qué eres tan bueno McGrady?". Toda una magia que no le ha permitido superar una primera ronda en toda su carrera llena de anotación y de récords. Lo hizo nominalmente con Rick Adelman y Houston, aunque él no disputó un minuto en esas eliminatorias, ¿qué hubiera pasado de hacerlo, ya que a los mismísimos Lakers les costó siete encuentros batirles? Su primo, Vince Carter, reza porque su incorporación en Orlando Magic le salve de ese estigma.
Como fuere, T-Mac será recordado por sus premios de anotación, aquellos 13 segundos que dieron la vuelta al mundo y sus participaciones en el All Star Game. Las lesiones, sin duda, son las más temidas en esta lista de obstáculos.
Son los primeros en ser perdonados por la derrota, una especie aparte, tipos singulares en un negocio que mueve millones de dólares. Románticos como Stockton que siguieron fieles a su camiseta pese a que el tren pasase en Salt Lake City. Otros, como Pistol “Pete” Maravich lo eran a una idea, la de divertirse y divertir, sin importar el resultado. Un extraordinario jugador, Dirk Nowitzki, tras coquetear con la grandeza en Dallas, parece correr el riesgo de ser catalogado como leyenda sin anillo. Si fuera así, el alemán debe estar tranquilo, le querrán por siempre en la tierra de JR.
Aun nos sentimos estafados. Una final de conferencia preciosa, KB y Shaquille O´neal contra Mike Bibby y Chris Webber. La defensa de Rick Fox contra los triples de Pedja Stojakovic, la magia de Robert Horry y el juego alegre de los Sacramento Kings... Pero el pésimo arbitraje quizás privó a uno de los mejores equipos de la historia sin anillo ni unas finales de la NBA.
Otro caso muy comentado fue cierto partido entre San Antonio Spurs y Phoenix Suns, donde a Bruce Bowen (gran defensor, por cierto) se le permitió literalmente masacrar a Steve Nash, siendo en no pocas ocasiones ayudado por sus compañeros, especialmente Horry que le rompió la nariz.
Nasty Nash, dos veces MVP de la NBA (que no es poco) y uno de los bases más creativos de la historia de la mejor liga del mundo, terminó viendo como sancionaban a su mejor socio, Amare Stoudemire por defenderle. La estricta aplicación de las normas perjudicaba más a la víctima que a los agresores. Aunque Nash ha llegado hasta en tres ocasiones a la final de conferencia, nunca ha pisado las finalísimas. Pese a ello, el cariño de los aficionados por su persona se mantiene intacto, no se puede decir lo mismo de los árbitros de aquel duelo en El Álamo.
¿Logrará "Mr. Triple-Doble" Jason Kidd el ansiado anillo que rozó con los New Jersey Nets? ¿Hay alguna semejanza entre la frustración del gran Sir Charles Barkley con la que podría sentir Lebron "King" James si no gana la ansiada corona este mismo año?
No todo se reduce, ni mucho menos, a la concesión de un anillo, muchos factores influyen para que nombres como Grant Hill o Shawn Kemp no puedan mirarse el dedo anular para ser cegados por un resplandor dorado a lo J. R. Tolkien.
Hay motivos para ser optimistas. A pesar de todo lo dicho y la frustración, todos estos nombres siguen siendo recordados. Cómo se hablará de Allen Iverson, pues a fin de cuentas, el resultado no es siempre lo que más cuenta.
Todo el mundo puede ganar o perder, pero es en la forma de hacerlo en lo que basamos nuestro juicio.
Un artículo de Marcos Rafael Cañas Pelayo.
Colaborador de BaloncestoVida.
Un saludo.