jueves, 3 de febrero de 2011

Anfernee "Penny" Hardaway

Nostalgia; Sentimiento de añoranza de una situación pasada, en muchos casos, aplicable también a personas que conocimos durante nuestro pasado.
Decepción; Fracaso de una expectativas muy altas que no llegan a cumplirse.

Hablar de Penny Hardaway, suscita estas dos emociones encontradas en los buenos amantes de basket en la década de los 90.

Penny Hardaway en suspensión
Anfernee "Penny" Hardaway
Lo cierto es que salvo para los que vivieron aquella época, es muy difícil entre los pachangueros y pachangueras encontrar a alguien que te diga: “Penny era mi ídolo…”. (Rafael  Vargas confirma la regla, tiene la camiseta de Orlando en negra con el 1 de Hardaway) o “Basaba mi juego en el movimiento de pies de Hardaway”. No obstante, entre los que pudieron disfrutarlo, la sensación es bien distinta. Un tal Lebron James, no duda en calificarlo como uno de sus favoritos desde siempre.

Penny Hardaway haciendo un mateNo obstante, de haber sido una canción, la historia de este prodigio nacido en Memphis, rememora más bien a una balada triste, que un cántico de triunfo. Fue su abuela, como es lógico, la primera en mimarle, quien le puso su apodo y, durante un glorioso intervalo que se nos hizo corto a todos, su baloncesto le elevó por encima del resto, colocándole en el ojo del huracán, los anuncios de Nike, los mega-contratos y el título de la Conferencia Este.

Pero, el destino tiene su particular sentido del humor. Anfernee Hardaway había arrasado como un versátil play-maker en la universidad de su ciudad natal, pero su elección en tercer lugar del Draft de 1993, se saldó en un intercambio con otro prodigio, Chris Webber. Dos súper-clase, ambos afroamericanos, versátiles, exquisitos… unas carreras, con un denominador común, lastradas por las lesiones. Si alguien es capaz de sacar brillantes notas en un entorno negativo, ¿qué no haría en un hogar estructurado? Y, ¿hasta dónde hubiera llegado la perla de Detroit y el “penique” más valioso de la NBA de haber tenido mejores rodillas?

Solamente necesitó dos años en Orlando Magic, normalmente los novatos necesitan un período de adaptación, en su caso aprendió muy pronto, con un sentido del juego y descaro no apto para cardíacos. Rompió los tobillos de Kobe Bryant en una ocasión, hizo un mate de concurso delante de Patrick Ewing, demostró tanta puntería como capacidad de salto, se ganó consideración de All Star y…formó un dueto mortal con Shaquille O´Neal. Incluyendo la afrenta de las afrentas, en 1995.

Michael Jordan defendiendo a Penny Hardaway
Jordan defendiéndolo.
Durante los 90, el basket se resumía en que era un deporte de 5 vs 5… y al final, ganaban los Chicago Bulls. Un reinado brillante, solamente una vez derrotados, tras siete encuentros frente a los New York Knick con un pésimo arbitraje final… y sin Air Jordan. Con su majestad retornada, falto de ritmo competitivo pero repleto de clase, la Conferencia Este parecía dispuesta a doblegarse de nuevo ante las tropas imbatibles del Maestro Zen.

Y entonces, un equipo joven e inexperto (con la honorable excepción de Horace Grant), se dedicó a hacer bailar a un gigante. Shaq hizo trizas el juego interior de Chicago, mientras que Penny usaba su frescura ante el mejor escolta de la Historia, inolvidable su momento machacando tras un robo de balón.

Shaquille O´neal y Penny Hardaway
Shaq y Penny distanciados.
En una de sus escasas derrotas dolorosas, Jordan tuvo que ver como los Penny, Shaq y Grant izaban su bandera en el mismísimo coliseo de la Ciudad del Viento. Después, vino el varapalo de Houston Rockets, aunque la clave fue el sorprendente trabajo de Hakeem Olajuwon sobre O´Neal, más fuerte, pero menos curtido en esas batallas que el bailarín y brillante MVP nigeriano.

A partir de entonces, todos nos preparamos para asistir a una de esas carreras imposibles. Una medalla de oro al primer intento daban a intuir estar ante un futuro campeón de la NBA, con unos muelles impensables y el regate de un Allen Iverson (con quien se midió en 1999), ¿dónde estaba el techo de Penny? Ni él ni la afición lo sabrían nunca.

Penny Hardaway en la portada del Sport Illustrated
Portada del Sports Illustrated, su meteórico ascenso solamente se vio enturbiado por el divorcio con Shaq, seducido por los cantos de sirena de las animadoras de los Lakers y el General Manager Jerry West. Se empezó a hablar de lucha de egos en tierras de Disney.

Entonces ocurrió. La primera lesión, nadie le prestó mucha atención, un pequeño bache en el camino, ligeros problemas en el paraíso…pero que vinieron para quedarse. Le ocurrió en Arizona, temporada 2000/01, nadie pensaba lo que aguardaba.

Penny no volvió a ser el mismo y no precisamente porque Shaq y Kobe le privasen de la Final de Conferencia (a él y a otro grande, Jason Kidd), desde entonces, sus admiradores y él vivieron con miedo de recaídas.

El propio Hardaway se ha negado a esconder ese sentimiento, Sir Charles se lo preguntó sin tapujos, “¿Has pensado alguna vez cómo hubiera sido tu carrera sí no hubieras?”, éste, no lo dudó ni por un instante, varias veces, además.

Igual que Grant Hill, desde entonces, pese a la generosa oferta de la Gran Manzana, la carrera de Penny es una sucesión de jugadas brillantes y esporádicas que a veces ocurren tras períodos de lesiones y mucha permanencia en el banquillo. El muchacho que estaba revolucionando su puesto, se convertía en una rareza de ver en las convocatorias.

Penny Hardaway con la equipación USA
Problemas de espalda incluidos, Penny abandonó la lucha por el anillo y los metales dorados por una batalla igualmente épica pero menos satisfactoria. Una fábrica de milagros, que le granjeó el respeto de todos sus compañeros de oficio. Él mismo admite que su nivel ya no era el mismo, pero era tan listo que podía disimularlo.

Preguntado porque un jugador de ese calibre se exponía a afrentas como ser cortado por los Miami Heat en una intentona final, él solamente podía contestar que amaba el juego y debía intentarlo.

Si tuviera que quedarme con uno de los muchos momentos de buen basket que nos ha dejado Penny, superando incluso a sus eliminatorias contra Chicago e Indiana, serían sus 41 puntos frente a los Miami Heat en la postemporada de 1997, arropando a sus compañeros, siendo eléctrico, levantando a su grada para borrar los 16 puntos de desventaja, usando su escurridizo tamaño contra las torres de Pat Riley.

Un penique muy valioso, ya lo decía su abuela...

Un artículo de Marcos Rafael Cañas Pelayo.
Colaborador de BaloncestoVida.

Un saludo.

1 comentario:

Paco A dijo...

A mi Hardaway siempre me pareció un base (aunque pudiera jugar de 2) con una calidad enorme. Cierto que las lesiones le lastraron y nos han impedido verle en todo su esplendor. Por poner un ejemplo cercano, me recuerda mucho a Shaun Livingston, fisicos similares, compartiendo posición en la cancha y lesión gravísima que nos deja con la duda de si dentro de Livingston había un Hardaway 2.0