La importancia del banquillo.
Es la situación donde nadie quiere verse. Tocan música, pero sientes que no es para ti. Otros se llevan las fotos y las ovaciones, pero las reglas dicen que solamente puede haber diez jugadores en la pista.
M. L. Carr |
A lo largo de la historia del basket, nadie quiere estar en el banquillo, salvo para recuperar aliento y volver a salir de inmediato. Bueno es que así sea, los entrenadores se asustarían si tuvieran a sus órdenes a gente que no lo da todo por estar en una pista, pero, las propias enseñanzas de Clío nos demuestran que en muchas ocasiones, grandes batallas deportivas se han ganado tanto desde la banca como por las grandes estrellas.
Puede parecer una tontería, pero tener gente animando y que sabe perfectamente por lo que estás pasando cuando vas a mil revoluciones por minuto, es un consuelo enorme. En el Boston Garden, durante los 80´s, había talento de sobra con tipos llamados Larry Bird, Kevin McHale, Robert Parish… Pero por si fuera poco, M. Carr estaba allí toalla en mano para incendiar la grada.
Manu Ginóbili |
Excelente secundario, sus expresiones hiperbólicas fueron uno de los santos y señas de los Orgullosos Verdes para destronar a Los Ángeles Lakers del Showtime en el 84. “Nadie hubiera podido batir a los Lakers ese año, nadie. Pero el liderazgo de Bird nos hizo creer que sí podíamos”. Aparte de ese liderazgo, un épico robo de balón de Carr en el cuarto juego y un posterior mate salvaron el día en Inglewood para los irlandeses.
No obstante, todos los expertos coinciden que aunque sigue existiendo ese perfil de jugador como Carr que anima y crea buen ambiente, aparte de sumar en muy poco tiempo, se ha producido otro elemento más en discordia. Es decir, un sexto hombre, el jugador que es titular sin serlo, con muchos minutos a sus espaldas y que pese a empezar con el chándal puede ser decisivo.
Jason Terry |
No tiene nada de extraño que en Dallas Mavericks, el rival tradicional de los de El Álamo, hayan buscado encontrar su particular Ginóbilli en el peculiar Jason Terry, jugador indefinido entre los puestos de base y escolta, pero de gran calidad, exquisito tiro y capaz de salir desde la banca.
Toni Kukoc |
Probablemente Pau Gasol le contase a Odom historias de Mike Miller, el certero tirador que se ganó el premio de al Mejor Sexto Hombre (2006) como reserva de lujo de Memphis, siguiendo la estela de Bobby Jackson, también premiado (2003) y al que la propia revista de Sports Illustrated no dudó en señalar como una de las causas del excelente juego coral ofrecido por los Sacramento Kings los últimos años.
Aunque parezca una blasfemia, si buscamos a un jugador de banquillo, muchos entrenadores preferirían a un Mike Miller que a un Allen Iverson y es que, aunque el genio de Philly será un futuro Hall of Fame, hay que ser de una pasta muy especial para que no te afecten los pocos minutos.
Robert Horry |
“No tengo ningún problema en jugarme tiros importantes. Si entra soy el héroe, si no, echarán la culpa a las mega-estrellas del equipo”, con cinismo y fina ironía, Robert Horry, el mejor doble de Will Smith de la historia, resumía sus prestaciones. Tirador de sangre fría, poseía una fuerza mental increíble, había temporadas donde no hacia absolutamente nada y en la hora de la verdad sobresalía sobre el resto. Sea cuál sea la categoría, el consejo para toda persona que se vea con la suplencia, Horry es el modelo a seguir en cuanto a optimismo y capacidad de sorprender.
Con todo, lo de Horry ya estaba inventado. En la Ciudad del Motor, a Vinnie Johnson le llamaban "El Microondas" por su capacidad de calentar los partidos enfriados o atascados. Dos anillos le contemplan y sí, tiraba raro y no era titular, ¿y qué?.
Theodoros Papaloukas |
Viajando hasta El Viejo Continente, encontramos un caso excepcional, completamente atípico, un jugador de ligas inferiores que de repente es descubierto. Su nombre es Theodoros Papaloukas, a pesar de ser base, tiene la envergadura de un alero. Ve el juego de una forma distinta, huecos donde otros vemos brazos y más brazos, coge el ritmo de un partido…y lo pervierte.
Pasional, nacido para discutir con rivales, compañeros, entrenadores, colegiados… Papaloukas es uno de los pocos casos conocidos de alguien que prefiere salir desde la banca. Allí examina, ve cómo se desarrolla el encuentro y cómo dinamitarlo. A Estados Unidos los volvió locos en Japón, imponiendo un ritmo trepidante de bloqueos y continuaciones, un año después, desquiciaba a los eslovenos ralentizando un partido que éstos parecían tener ganado.
Glen Davis y Nate Robinson |
Similar al caso de Papalokas fue el de Nate Robinson y Big Baby Davis en el cuarto encuentro de las pasadas Finales de la NBA. En él, los poderosos Ángeles Lakers vieron como los reservas de los Orgullosos Verdes les pasaban por encima, ganando un encuentro que los titulares no podían. Interrogado por Doc Rivers, Paul Pierce lo tenía claro: “Ni se te ocurra sacarlos”.
El baloncesto moderno ha demostrado que la presencia o no de un buen banquillo puede mejorar o echar por tierra un quinteto titular excelente. La motivación de la gente del banquillo hay que conseguirla desde el día a día y el minuto uno, que todos se sientan partícipes e importantes, Pepu Hernández dejó claro al coger las riendas de la Selección que todo trato distintivo entre jugadores titulares o suplentes o de cualquiera de ambos grupos con sus asistentes, sería sancionado de inmediato con la expulsión de la selección.
Banquillo de San Antonio Spurs |
Algunos lo llaman Brotherhood, otros Ubuntu, Showtime, Motown… El caso es recordar que hay muchas formas de ganar y de sentirse bien en una cancha de baloncesto, no necesariamente, siendo el primero en ser nombrado por el speaker.
Un artículo de Marcos Rafael Cañas Pelayo.
Colaborador de BaloncestoVida.
Un saludo.
Un artículo de Marcos Rafael Cañas Pelayo.
Colaborador de BaloncestoVida.
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