Camino a los infiernos
Según los mitos antiguos, los mortales favoritos de los dioses se caracterizaban por recibir grandes dichas y, a la par, terribles calamidades. Una mezcla de recompensa y castigo, de amor y odio. Dicha leyenda se mantiene inalterable en el Olimpo de la NBA, donde la gloria es tan reluciente como efímera.
Son un elenco de protagonistas que estuvieron donde cualquier jugador de baloncesto desearía verse, pero asimismo, escasos voluntarios encontraríamos para intercambiarse con ellos actualmente. Estrellas consagradas que firmaron autógrafos, protagonizaron anuncios y gozaron de todos los privilegios de la popularidad, pero los propios compromisos que ello conlleva, la falta de formación previa, la simple mala suerte o penurias personal, ensombrecieron carreras que en algunos casos, quizás puedan llegar al Hall of Fame por la puerta de atrás.
Marbury y Iverson en el All-Star Game de 2001 |
Allen Iverson |
Iverson será por siempre una leyenda, pero sus problemas con la justicia y su propia tendencia a vivir al límite quizás hayan privado a los espectadores de la gozada de ver su talento varios años más. Asimismo, su egoísmo en la cancha, en ocasiones justificable por su brillantez, ha terminado conjurándose junto con otros factores para ser un mito sin anillo que ahora busca una última bala en tierras otomanas.
Stephon Marbury |
Ron Artest |
Ben Wallace |
Allí dejaba al jugador que mejor le prestaba ayudas, Rasheed Wallace y a otros compañeros que siempre le taparon defectos y potenciaron virtudes. Tal vez Anfernee Penny Hardaway también añoró la presencia de Shaq, pero bien mirado, su situación es bien distinta, más próxima a la de actuales estrellas como Tracy McGrady o Yao Ming que de Ben, esas malditas lesiones.
Penny fue un jugadorazo de dimensión internacional, finalista de la NBA y uno de los pocos jugadores que pueden presumir de haber ganado una eliminatoria por el título al 23 de los Bulls. Sin embargo, su espalda le obligó a muchas ausencias al principio y, finalmente a una retirada poca gloriosa.
Penny Hardaway |
Muy poco elegantes fueron algunos aficionados e incluso revistas sobre este deporte que se burlaron de la indigna manera de cortarlo en Miami Heat en su última oportunidad para el título en 2007. Antaño, esa gente había hecho colas por verle o suspirado porque les concediera una entrevista. Ya lo advertía Allen Iverson, al principio, cuando eres grande, piensas que todos son tus amigos. Amén.
Igual de grande fue Doug Collins, el mejor escolta blanco que se había visto en mucho tiempo, según Vicente Salaner. Más de 29 puntos de media en la universidad, fue el líder de los Sixers hasta que sus piernas dijeron basta. Estaba en lo mejor, pero finalmente para otros fue la gloria. Actualmente, es uno de los analistas más célebres.
Muchos preferimos seguir viendo la imagen del joven Penny robando la bola y conduciéndola con maestría para un fácil alley-oop para Shaq o culminarla él mismo. Con todo, hay lugar para la esperanza con el rejuvenecido Grant Hill, hacedor de milagrosas recuperaciones y eterno aspirante al trono de Jordan.
Leon Bias |
Red Auerbach, el alma de los irlandeses más campeones de la historia, siempre negó las acusaciones de la adicción de Bias, fiel a su estilo de gran protector de los suyos, pero nunca quedó claro lo que pasó aquella noche.
Y es que la dama oscura no perdona ni siquiera a los enriquecidos propietarios de flamantes coches y marcas de zapatillas deportivas. Lorenzen Wright pasaría en apenas unos minutos de compartir vestuario con Pau Gasol en Memphis para aparecer muerto en el bosque, su madre aún busca a los responsables y la policía no deja muchas aclaraciones al respecto. Otros, en cambio, tienen mucho que aclarar de sí mismos, como Shawn Kemp.
Kemp machacando por encima de DR |
Uno de los mejores jugadores de su generación, su estilo de vida polígamo y de padre irresponsable no le han ganado muchos adeptos, pero la gota que colmó el vaso fue su detención por posesión de drogas. No era la primera vez, había sido expulsado de la facultad en misteriosas circunstancias, pero cuando peor estaba, sacó fuerzas para ir por libre a una liga que engullía talentos. Terminaría siendo All-Star y campeón del Mundo.
Dennis Rodman |
Lo más curioso de este tipo de enfant terrible es que luego siempre terminan queriendo volver. Rodman, el terrible, el hombre que no teme ningún convencionalismo, no dudó en afirmar que hubiera cambiado su salida a pesar de sus eternas burlas, pensaba que había abandonado el deporte que una vez amó de una forma poco digna a sus aptitudes.
Por eso, hemos de disfrutar de estos tipos singulares y cuando en su Imperio se ponga el Sol…Despedirlos con la sonrisa exenta de rencor que el tópico resume en: “Que nos quiten lo bailado”.
Un artículo de Marcos Rafael Cañas Pelayo.
Colaborador de BaloncestoVida.
Un saludo.
Un artículo de Marcos Rafael Cañas Pelayo.
Colaborador de BaloncestoVida.
Un saludo.
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